Mario Goldenberg
El pasado jueves primero de octubre, se ha producido una nueva masacre en el Instituto Técnico Superior Umpqua, en el pequeño pueblo de Roseburg, de Oregon, Estados Unidos. Fueron nueve las víctimas fatales además del suicidio del agresor. Comparto con el presidente Obama, que estas matanzas se están convirtiendo en un acto rutinario, ha dicho: "De alguna manera, esto se ha convertido en una rutina, las informaciones son rutinas, mis reacciones aquí en este podio son una rutina, y lo es la conversación posterior", según la agencia EFE 2/10/15. Durante su administración se han registrado masacres en Tucson, Arizona; Aurora, Colorado; Newton, Connecticut, y Charleston, Carolina del Sur. El autor del tiroteo de Roseburg, fue identificado como Chris Harper Mercer de 26 años, quien vivía en un pueblo cercano con su madre enfermera, había comprado en los últimos años 14 armas legalmente, seis de las cuales utilizó en la universidad de Umpqua. En la última rueda de prensa del día de la masacre, John Hanlin, sheriff del pueblo, se negó a decir el nombre del sospechoso. ”No le daré la fama que probablemente buscaba con sus cobardes actos”.
Además pidió a la prensa que no diera su nombre para no glorificarlo. Este detalle es llamativo, hasta ahora siempre se dieron los nombres. Eric Harris y Dylan Klebold de Columbine tienen sus videos eternizados en Youtube, ChouSeung-Hui de Virginia Tech también tiene sus testimonios delirantes en la web en videos que envió a la NBC en la oficina postal del predio universitario mientras cometía los asesinatos, tiene hoy en Youtube más de un millón de vistas. Es cierto que los que realizaron las masacres no solo dieron señales antes de realizar sus actos, sino que también dejaron su huella en internet. De alguna manera estos pasajes al acto tienen su inscripción mediática, esto es parte y quizás también es una motivación para el crimen. El mismo día de la matanza se estrenó en Buenos Aires el último film de Woody Allen, “Irrational Man”, donde el eje argumental destaca a un profesor de filosofía, escéptico y deprimido, descubre que un asesinato a un desconocido puede devolverle el sentido a su vida. Esta irónica ficción, toca una verdad en juego en estos episodios, donde parece que estos actos son una manera de obtener sus quince minutos de fama para justificar su existencia. La banalización de la violencia en la cultura actual, hace que algunos sujetos perturbados, hacen de sus actos la realización de su locura. Es cierto que hay un problema político grave con la falta de control para la portación de armas en EEUU, en un país que tiene más armas que habitantes. Donde la influencia de la Asociación del Rifle es tan grande que impide que el Congreso regule la venta y tenencia de armas. Estas armas que tienen como función la defensa de la vida, producen un efecto llamado inmunitario por el filósofo napolitano Roberto Esposito, aquello que está destinado a defender la vida, atenta contra la vida misma. Como una enfermedad autoinmune, donde una defensa del organismo, ataca al mismo organismo. El discurso que sostiene la cultura de armas, como medio de autodefensa encubre la promoción de la violencia en el espectáculo y sus réditos en el mercado. El presidente Obama ha nombrado a estos hechos de rutinarios, por primera vez, pues señalan un síntoma social donde confluyen la no regulación de la tenencia, la industria armamentista y los mass media. También es interesante las declaraciones del sheriff Hanlin, equivocado o no, que ha interpretado este acto, como un intento de búsqueda de fama o de hacerse un nombre. Algo que Chris Mercer en su blog en la web Kickass Torrents comenta sobre el asesino Vester Flanagan, que el pasado 26 de agosto mató en directo en televisión a una reportera y a su camarógrafo en Virginia, dice: “Es interesante, me doy cuenta de que hay mucha gente como él que están solos y son desconocidos, pero entonces derraman un poco de sangre y el mundo entero sabe quiénes son”.
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