sábado, 14 de junio de 2014

El malestar del Otro - por Mario Goldenberg

"Quién eres -dije-que a tanta desventura estas condenado?
Yo soy -dijo-un hombre muy viejo, a quien levantan mil testimonios y achacan mil mentiras. Yo soy el Otro; y me conocerás, pues no hay cosa que no la diga el Otro. Y luego, en no sabiendo cómo dar razón de sí, dicen: ¿Cómo dijo el Otro? Yo no he dicho nada, ni despego la boca. Y quiero, por amor de Dios, que vayas al otro mundo y digas cómo has visto al Otro en blanco, y que no tiene nada escrito y que no dice nada, ni lo ha de decir ni lo ha dicho, y que desmiente desde aquí a cuantos le citan y achacan lo que no saben, pues soy el autor de los idiotas y el texto de los ignorantes."
Francisco de Quevedo, Los sueños



La pulsión y la Época

Cual es la vigencia del planteo freudiano de Malestar en la Cultura? Pregunta que lleva a reformular la ética inherente al texto del año 30, así como las modalidades del malestar en la actualidad. Las nuevas formas de discriminación y segregación, el auge de los regionalismos, los lugares de hundimiento, la globalización y sus efectos en la subjetividad, las vicisitudes del síntoma en el discurso capitalista, son coordenadas para situar al psicoanálisis respecto de la actualidad del malestar. Contextualizar el psicoanálisis, implica partir de la subjetividad de la época, donde la globalización y el avance de la tecnología, acentúan la inexistencia del Otro, la consistencia del mercado y lo que Lacan ha llamado aletósfera. Entonces ¿es vigente el planteo freudiano del año 30 respecto de las particularidades del malestar en nuestra época? Podemos retomar la pregunta de Lacan ¿Cómo una época vive la pulsión?

El Superyó y el mercado

La actualidad del malestar en la cultura en nuestra época, no es tanto la cohesión de la masa respecto del Ideal, ni el sentimiento de culpa, sino que actualmente el Ideal no tiene una función reguladora. En el discurso actual opera fundamentalmente el mercado, en tanto mundial que intenta uniformar los modos de gozar. Los productos de la tecnología que, para taponar la división del sujeto, bombardean constantemente con una oferta saturada de bienes descartables. Si bien Freud sitúa el superyó como mandato insensato que exige renuncia, Lacan va a reformular este mandato, diciendo que el superyó es un imperativo de goce. El programa de la ética en el texto del 30 es el programa del superyó que intenta corregir lo que el programa de la cultura no ha logrado. La renuncia pulsional como ley insensata pero articulada al Ideal de privación ha dado lugar a un superyó lacaniano como mandato de goce. Sabemos que el ¡Goza!4 de Lacan es la verdad del superyó freudiano. Pero el superyó actual es mas lacaniano que freudiano. En este sentido podría decirse que el rasgo de la subjetividad de principio de siglo era soñar el deseo insatisfecho; el modo actual se acerca mas al dormir, dejando al deseo anoréxico, bulímico o adicto, en tanto el Ideal de renuncia ha dado lugar al consumismo, y por lo tanto al taponamiento de la causa del deseo por la invasión de productos del mercado. Entonces ¿Cómo una época vive la pulsión?, pregunta que apunta a la modalidad. Modalidad del malestar que es la modalidad del superyó "cultural". Tal como lo define J.A. Miller: "En la perspectiva analítica, en la del superyó,... una cultura es un modo común de goce, un reparto sistematizado de medios y maneras de gozar." El superyó, podríamos decir ya no es un parásito que se alimenta de renuncias, sino que alimenta y promueve el goce autista, en tanto el discurso capitalista sostiene el rechazo al lazo social y al amor. Para extremar la cuestión podemos agregar que el programa del superyó ya no es ético sino empuje al goce. Por lo tanto, quizás el rasgo de la época no es el malestar en la cultura sino el impasse ético. La pregunta de E. Laurent ¿En nombre de que se le puede impedir a alguien que goce?5 señala este impasse, de modo que el imperativo del discurso actual es ¡Debes gozar mas!, llevando a taponar la falta en gozar del $ con los objetos del mercado. La particularidad del discurso capitalista, es el desarreglo entre S1 y S2 que implica la inexistencia del Otro. Dejando al S1 como imperativo de goce, y el S2 metaforizando los objetos del mercado.



En este sentido el mercado no es un Otro; la declinación del Nombre del Padre ha tenido como correlato la caída del soporte de las democracias liberales y también los totalitarismos. Lo que Freud llama las ideologías del superyó correspondientes a un pueblo o una raza, en la "Conferencia 31", refutando la concepcióin materialista de la historia que las ubica como superestructura de las relaciones económicas, dice Freud, "La humanidad nunca vive por completo el presente; en las ideologías del superyó perviven el pasado, la tradición de una raza y del pueblo, que sólo poco a poco és del superyó, desempeña en la vida humana un papel poderoso, independiente de las relaciones económicas.”2 Es aparentemente llamativo que Freud hable de ideologías del superyó, hasta de un superyó cultural en Malestar en la cultura, habiendo rechazado siempre la concepción junguiana de un inconsciente colectivo, sabemos que el inconsciente de Jung se sostiene en una simbología universal, en cambio el superyó da cuenta de la relación a la lengua, frases efectivamente proferidas, mandatos insensatos. Es probable que la globalización del mercado, tenga consecuencias en este superyó cultural, portador de la tradición, arrasando con las particularidades, y correlativamente retornando a través de regionalismos y fundamentalismos. La mundialización del discurso actual deja al sujeto sin Otro. El desafío del psicoanálisis ya no es idéntico al de la época de Freud, ya no es una novedad decir ninguna regla vale para todos, sin embargo la manera de cada quien, el síntoma, sigue siendo nuestra apuesta.
Los signos de esta época, comenta J. Alemán, fueron anticipados por Lacan: "procedimientos de homogeneización, desintegración del concepto de experiencia, desaparición de la memoria, declinación de la imago paterna, aumento del racismo, planetarización de la mirada"1; a lo que habría que agregar: rechazo de la contingencia. En la lógica discursiva del sueño, la contingencia es lo que despierta, en el dormir que sostiene la globalización del discurso capitalista, lo que despierta está absorbido con el cálculo del riesgo, la inclusión del horror en los mass-media y la banalización de los encuentros virtuales.
Así como Freud plantea al comienzo de la "Conferencia 31": "Sé que en sus vínculos con personas o cosas Uds. advierten la significación del punto de partida. Le ocurrió también al psicoanálisis,..., iniciar su trabajo por el síntoma"2. El punto de partida, la contingencia del encuentro, es la vía de la conclusión, como salida, en tanto demostración de lo imposible y por lo tanto implica "llegar a la certeza pasando por lo más incierto, lo más contingente"8. Quizás el estatuto del psicoanálisis como refugio podemos ubicarlo en este sesgo.



Bibliografía


1. Alemán, Jorge : Psicoanálisis y política. Huéspedes del porvenir. Ed. Del cruce.
2. Freud, Sigmund: La Moral sexual y la nerviosidad moderna. Tomo AE.
Más allá del principio de placer. Tomo XVIII, AE.
El yo y el ello. Tomo XIX, AE.
El problema económico del masoquismo. Tomo XIX, AE.
El malestar en la cultura. Tomo XXI, AE.
Nuevas conferencias... no. 31. Tomo XXII, AE.
3. Kant, Emmanuel : La crítica de la razón práctica.
La crítica del juicio.
4. Lacan, Jacques: Seminario VIII. Paidós
Seminario XI. Paidós
Seminario XX. Paidós
Radiofonía y Televisión. Anagrama.
5. Laurent, Eric : Los nuevos síntomas y los otros. El caldero de la Escuela no. 57. Bs As, 1997.
6. Miller, Jacques-Alain : El Otro que no existe y los comités de ética.
El caldero de la Escuela no. 56. Buenos Aires, Argentina, 1997.
7. Quevedo, Francisco: Los sueños. Editorial Sopena, Bs. As., 1940.
8. Soler, Colette: La maldición del sexo. Publicación de intercarteles del Litoral, Bs As, 1996.


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